miércoles, 23 de marzo de 2011

Miseria moral

Recientemente y a través de estas páginas de Internet he tenido conocimiento de dos situaciones, que posteriormente y antes de escribir estas líneas, he podido constatar. Ambas situaciones, a pesar de su aparente disparidad tienen en común una actitud un comportamiento perverso en la persona de quien las protagoniza y ante la cual cualquiera se pondría en guardia, si tuviera que establecer relaciones con la misma. La precaución se convertiría en verdadera alarma si tuviéramos constancia de que esa persona no es otra que el alcalde.


Recientemente falleció un señor que buena parte de su vida laboral, más de quince o veinte años, la pasó al servicio del Ayuntamiento de Zuera. No consta que existiera ninguna desavenencia personal entre este “ex operario” municipal, jubilado hacía años, y el actual alcalde. Sí parece, no obstante, que el pensamiento político de ambos era, digamos, antagónico o, cuando menos, opuesto. La persona en cuestión fue hasta su muerte militante del Partido Socialista.

Al parecer durante su funeral, la policía local prestaba sus servicios, como debe ser habitual, en la puerta de la iglesia y a la entrada del cementerio. Según hemos podido saber, el alcalde se molestó porque el “despliegue policial” no había sido a consecuencia de una orden explícita suya, cosa que según parece, hace en ocasiones y siempre dependiendo del color político del difunto.

Esta es la parte más anecdótica del asunto. Lo más grave a nuestro entender es que nuestra primera autoridad no considerase pertinente ni asistir al funeral ni transmitir sus, aunque fueran protocolarias, condolencias a la familia. Si tenemos en cuenta que además una de sus hijas es funcionaria municipal, la cuestión adquiere caracteres que van más allá de la mala educación para incidir en el sectarismo más miserable.

Un par de semanas más tarde y presuntamente puesto en “evidencia preelectoral” por la difusión de la noticia se personó en la oficina donde trabaja la hija del fallecido a pedir interesadas disculpas. Tela.

La otra. Es del dominio público que recientemente la bibliotecaria municipal ha sido objeto de un reconocimiento público - uno más- por parte de una organización que desarrolla su actividad en el ámbito de la lectura y la cultura en general. El hecho fue noticia en la prensa de la Comunidad y en diferentes cadenas de radio, incluida la que emite desde Zuera.

Según he tenido oportunidad de comprobar, en el curso de una entrevista efectuada en esta emisora al mismo alcalde, la entrevistadora, contenta y alborozada por la noticia de que una persona de Zuera hubiese sido merecedora de un premio desde fuera de la localidad le sacó el tema al alcalde. Éste, que tampoco le debe tener simpatía a la bibliotecaria, se refirió reiteradamente a ella con el calificativo de “operaria municipal”, intentando menoscabar sus méritos y aludiendo a otras distinciones que también habrían recibido otros trabajadores de la plantilla municipal. Al final no le quedó más remedio que mencionar el nombre por el que todos la conocemos: Chus. Es como para mear y no echar gota.

Seguramente a las personas a las que ya, de por sí, no les resulte patética la figura de este alcalde, estos ejemplos les pueden resultar reveladores de la enjundia moral del personaje.

Y nosotros nos preguntamos, y con nosotros suponemos que más gentes, cómo una persona que pretende pasar por señor maduro, educado y con encanto, y que dice ser el alcalde de todos los zufarienses, puede ser tan maleducado y carente de nobleza.

Dentro de dos meses se volverá a presentar como candidato a alcalde por su partido, el PP. Ya sé que a sus correligionarios y simpatizantes, que seguramente son muchos y no todos como él, este tipo de comportamientos no les merecen la misma valoración que a nosotros, pero desde aquí queremos apelar a todos los demás.

Zuera no debería permitir que una persona que alberga en su interior tanta enemistad hacia los que no son o piensan como él, que carece de voluntad integradora alguna y que se comporta de manera tan poco decente continuase gobernando nuestro Ayuntamiento. Y no es que no nos lo merezcamos, eso al fin y al cabo, no engañarse, lo deciden las urnas. Se trata de que mucho más perjudicial y destructivo que la incompetencia, el autoritarismo, la hipocresía y la vil cobardía es tener al frente de una institución como el Ayuntamiento un tipo anclado en el pasado que sólo es capaz de concebir la sociedad de Zuera dividida y, a ser posible, enfrentada.